PARACAIDISTA
Entre
ambos, fisuras reconocibles
del
sobrepeso. Poesía anfibia
para
el apuntador que procura desmontarme.
Arriba,
la
mineralogía asiente
geométricamente
colocada en la alfombra
como
cubículo de dados:
nos
da seguridad tomar impulso,
dóciles
al perdón del sentimiento.
Mi
poda es un repliegue,
un
perfil sin legañas.
Y
aquí es donde se dilata la autenticidad.
Para
ponerle voz mitológica al desfile
de
figuras, emborrono
mi
parodia
y
desdeño la parábola de la afición
que
cubre la llanura con la imagen del retorno.
Mi
predisposición es la del nómada:
no
comparo el árbol con la tilde terrenal.